El adecuado mantenimiento del sistema de inyección del vehículo es crucial para el buen funcionamiento del motor. Además, es imprescindible para alargar su vida útil.
Aunque el hecho de que los inyectores tengan un componente mecánico y otro eléctrico hace que sean muy sensibles al deterioro. Es más, pueden dar lugar a averías de consideración.
¿Qué son los inyectores y para qué sirven?
En los motores de combustión, los inyectores son los encargados de distribuir el carburante al motor. Permiten que el combustible llegue en la cantidad adecuada, de manera homogénea y con la presión idónea. De esta forma, el motor puede rendir su máxima potencia.
No solo eso. Cuando el sistema de inyección funciona correctamente, la conducción es más suave, ya que se evitan los molestos tirones. Por otra parte, al conseguir una mejor lubricación del sistema, también se reducen el consumo y las emisiones de CO2. Y, por último, se minimiza el riesgo de oxidación, puesto que una de las funciones de los inyectores es extraer el agua del depósito.
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Consejos para mantener limpios los inyectores
- Usa aditivos de limpieza. Puedes comprarlos y añadirlos manualmente o utilizar carburantes que los incluyan en su composición. Sirven para que los inyectores no se obstruyan.
- No circules con la reserva. En el fondo del depósito se acumulan sedimentos que pueden pasar a la cámara de combustión y atorar los inyectores.
- Cambia el filtro de combustible periódicamente. Su misión es impedir que partículas nocivas como el agua o las impurezas entren en el motor. Debe sustituirse cada 30 000 km.
- Ten cuidado con las revoluciones. Un incremento brusco de las revoluciones conlleva un aumento del consumo, con la consiguiente generación de carbonilla. Por otra parte, circular a bajas revoluciones también produce más carbonilla, vibraciones y desgaste del sistema de inyección. Lo ideal es circular a unas 1800 rpm si tu coche tiene un motor diésel o 2500 si es de gasolina.
Averías más frecuentes y cómo detectarlas
Cuando los inyectores no funcionan bien, la pulverización del combustible es defectuosa y se producen fugas o goteos. Como consecuencia, puede entrar agua o acumularse sedimentos en el depósito. Esto conlleva un mayor consumo de carburante, un incremento de las emisiones de CO2 y posibles averías en el motor.
Si percibes un fuerte olor a combustible, es posible que tengas alguna fuga en el sistema de inyección. Y si el humo que sale del tubo de escape es muy oscuro, es señal de que algo falla en el proceso de combustión. Los especialistas en diagnosis de Automotor y Ventas pueden detectar otros problemas antes de que se produzca una avería. Consúltales.