No es nuevo y si decimos que actualmente, la contaminación es uno de los grandes problemas de las ciudades. Muchos vehículos en el mismo sitio, circulando durante horas y con repetidas paradas, han acabado por crear un núcleo de polución que se ha convertido en uno de los principales focos de batalla entre la Administración y los fabricantes.
El resultado ha sido la rápida evolución de los coches eléctricos, vehículos que por su tecnología no tienen emisiones locales, esto es, no contaminan durante su funcionamiento, aunque si lo hacen cuando se fabrican o cuando se genera la electricidad que consumen. No obstante, se trata de una contaminación que se compensa con las nulas emisiones durante su circulación, con el reciclaje de gran parte de los componentes y con la obtención de la energía para su fabricación de forma ecológica.
Básicamente, el coche eléctrico es el futuro de la industria, pero todavía quedan cosas por hacer, como la creación de una infraestructura de recarga que permita desplazamientos por toda la geografía, sin tener serios problemas para volver a recargar las baterías. Es uno de los mayores problemas del automóvil eléctrico, la infraestructura y no la autonomía, ya que no importa cuanto puedas recorrer con una carga de las baterías si tienes muchos sitios donde poder cargar. Es lo que ocurre con los coches convencionales, que hay mucha infraestructura.
Los últimos desarrollos en coches eléctricos se han centrado en mejorar las capacidades de las baterías y en reducir los consumos de los motores eléctricos, pero también en mejorar los tiempos de carga. Mientras tanto, las Administraciones se afanan en ampliar la infraestructura, pactando con los fabricantes y con las empresas especializadas, para poder ofrecer una red de servicios que sea mínimamente funcional.
Es aquí donde entra la empresa Wallbox, especialista en puntos de carga, que ha desarrollado un cargador público capaz de lograr 100 kilómetros de autonomía en 15 minutos. Ofrece una potencia de 65 kW, nada sorprendente cuando existen cargadores de hasta 125 kW, pero según afirma Wallbox, estos cargadores requieren la mitad de inversión que uno similar ofreciendo una gran rapidez de carga.
Wallbox es una empresa española, que ha aprovechado la tecnología patentada de cargador bidireccional Quasar y ha creado un cargador para instalar en las vías públicas, su primer cargador público (la empresa se especializa en cargadores privados y para empresas). El nuevo desarrollo de Wallbox se llama Supernova y se espera que se instalen más de un millón de estos cargadores en Europa en los próximos cinco años.
De esta forma, la infraestructura para coches eléctricos se irá ampliando y ofreciendo servicios como este, con cargadores especialmente pensado para ser instalado en grandes ciudades y pequeños núcleos urbanos, ya que según estudios, más del 85% de los recorridos que hacemos diariamente nunca superan los 65 kilómetros.